El atún dientes de perro, comúnmente conocido como “doggie”, es posiblemente el pez más difícil y exigente de atrapar en todo el mundo. Su comportamiento, distribución, rareza, y por último su extrema fuerza y habilidad para escaparse de las formas más diversas, lo hacen el pez definitivo en cuanto a trofeos de pesca submarina se refiere.
En este artículo compartiremos algunos consejos sobre cómo embarcar un atún dientes de perro respetable y sacarlo del agua en una sola pieza.
Biología, hábitat y distribución
Su nombre científico es Gymnosarda Unicolor. Este túnido es aerodinámico, y nada siempre con sus fauces abiertas provistas de grandes dientes. Su coloración es azul verdoso en el dorso, plata en los laterales y blanco en su zona ventral junto con unas líneas de formas sinuosas. Posee dos quillas blanquecinas en su cola que los hacen muy distinguibles cuando se les ve desde arriba y pueden llegar a medir 2,50 metros y pesar más de 125 Kg de puro músculo y potencia.
El atún de dientes de perro es un pez pelágico que se suele encontrar alrededor y encima de los arrecifes en aguas tropicales templadas de 25 a 30ºC del Océano Índico y Pacífico. Los mejores destinos de pesca del atún de dientes de perro van desde Australia, Polinesia Francesa y todo el Índico, desde las Maldivas, el Mar Rojo, Seychelles, la costa Este Africana y Madagascar.
La captura de un gran atún dientes de perro es, para muchos, la cumbre de la pesca submarina.
Encontrar a los dientes de perro no es fácil, suelen cazar y mostrarse más activos en las zonas de presión del arrecife, donde las corrientes provenientes del fondo chocan directamente contra las paredes de los atolones, y agrupan allí, cerca de la superficie, el pez pasto del que se alimentan, básicamente otros túnidos pequeños, Rainbow Runners, o cualquier otro pez de los que se puedan alimentar. La variación de las corrientes y mareas es esencial para encontrar a estos majestuosos monstruos, no hay mejor inversión que contar con la experiencia de un buen guía y la experiencia de una tripulación adecuada.
Técnicas
La potencia de estos animales hace que aquí los carretes no sirvan de nada a no ser que mates al animal directamente o lo dejes muy tocado con un tiro en plena columna. En la mayoría de las situaciones, la pieza saldrá disparada hacia el fondo con una fuerza no comparable a ninguna otra especie. Los ejemplares de 30Kg son capaces de hundir 2 boyas de más de 30 litros. Eso son más de 60kg de fuerza de tracción. Cuando nos vamos a ejemplares más grandes la cosa se complica aún más, hundiendo hasta 3 boyas de 30 litros o casi 100kg de resistencia.
Estaremos pescando con sistemas de pesca en el azul normalmente con “flashers”, y equipados con fusiles con sistema “break away”, “floatlines” y boyas, con poca o casi ninguna elasticidad, ya que estos peces no nadan como un atún normal, ¡irán al fondo!
¡Hay que pararlos como sea! Normalmente estaremos al borde del arrecife, nunca tendrán lejos alguna estructura del fondo donde ir a romper nuestras líneas, porque esto es lo que hacen, van deliberadamente a la estructura más evidente y se enrollan alrededor hasta que se sueltan o se desgarran enteros. Por eso la importancia de pararlos, cueste lo que cueste, y eso al mismo tiempo provoca otros problemas a los que hay que adaptarse, no queda otra.
Material
Debemos estar bien equipados y relajados, las ocasiones se van a presentar tarde o temprano, y es cuestión de aprovecharlas bien. Más vale una sola apnea en el sitio correcto que una situación de descontrol en superficie, en la que no haremos más que complicar la escena y poner en peligro nuestras vidas, aparte de no conseguir ningún pez.
Aparte de nuestro equipo, neopreno, plomos, gafas, etc., con el que debemos estar familiarizados y cómodos, debemos estar equipados con fusiles de gran potencia, mínimo 140cm con dos gomas, o aún más recomendable, utilizar fusiles de pesca en el azul como un 130 centímetros doble roller con sistema de multiplicación, más precisos y potentes.
Las varillas son cruciales, las necesitaremos de primera calidad, entre 8 y 10 milímetros de espesor, y con los ardillones reforzados, si no, la violencia de estos peces va a hacer que se rompan como si de mantequilla se trataran ya que, además, recordemos, no tendremos elasticidad alguna para liberar tensión en nuestra línea. Solo así evitaremos que lleguen al fondo.
Una vez hayamos hecho el lance y nuestra flecha y bajo estén a la altura, será el turno de trabajar para las boyas y la “floatline”. El pez irá hacia al fondo como un loco, si lo hemos hecho bien y tenemos suerte, lo pararemos antes de llegue allí. ¡No hay tiempo que perder! Hay que subir inmediatamente y empezar la pelea desde la superficie, o aun mejor, tu compañero ya estará en ello antes de que tú llegues allí. Una buena “floatline” es necesaria, resistente pero con un diámetro no muy grueso a fin de evitar que haga mucha resistencia con la corriente en cada apnea, pero aun así necesitamos un diámetro mínimo para que podamos trabajar el pez una vez en combate.
Proporcionalmente a su peso, no hay pez más poderoso ni explosivo.
Las boyas son otra pieza del material a tener en cuenta. Hay muchas de ellas en el mercado, desde baratas a las de alta presión, de hasta 3 atmósferas, mucho más caras. La diferencia reside sobre todo en la resistencia a la compresión que estas sufrirán al hundirse con el pez. Una boya barata empezará a perder volumen alrededor de los 7 metros de profundidad, perdiendo capacidad de resistencia, mientras que una de alta presión no lo hará hasta pasados los 20 metros de profundidad, siendo mucho más eficaz contra la tracción del pez.
En definitiva, no hay lugar para ningún fallo. Todo, desde el tiro a las boyas tiene que estar en perfectas condiciones si queremos parar uno de estos misiles y no perder la mitad del equipo en el intento.
Trabajo en equipo
Aquí más que nunca trabajar en equipo es esencial. Hay que entenderse bien con el compañero y estar preparado en los momentos clave, ya sea para bucear en el lugar exacto o para ayudar a pelear o defender un pez. Aquí las capturas son para el equipo, no hay sitio para la individualidad si se quiere tener éxito.
Empezaremos por una buena colocación respecto a la deriva, normalmente dispondremos de unos minutos antes de entrar en zona caliente, aunque siempre podemos tener otras sorpresas en forma de otras especies pelágicas, así que hay que estar listos en todo momento, evitar enredos, comunicarse bien con el compañero, establecer turnos, y vigilar la seguridad.
Se harán inmersiones alternas, siempre asegurándose de que al menos uno de los pescadores submarinos esté siempre preparado y en reposo para ayudar al otro en caso de necesitarlo, ya sea en un combate o bien para su seguridad. Cuando lleguemos a la zona caliente, es importante relajarse bien antes de bajar y no precipitarse, aunque tengamos fusiles muy potentes necesitaremos colocar bien nuestro disparo para que aguante la posterior embestida, así que una buena apnea es necesaria, junto con mucha sangre fría.
Una vez el tiro se suceda, el compañero debe empezar a pelear el pez de inmediato, sin perder de vista al otro con tal de asegurarse que tu compañero vuelve a la superficie bien. Ya recuperado, el que haya efectuado el disparo relevará al compañero que le está ayudando en la pelea desde la superficie, dejando a tu binomio listo en caso de tener que bajar a defender el pez o tener que hacer un segundo disparo para asegurarlo.
Curiosidades
El atún dientes de perro suele ir en grupo, no hay que volverse loco intentando ir a por un ejemplar y después a por otro más grande. Elige tu mejor opción en cada momento, o simplemente déjalos pasar hasta que se presente una oportunidad mejor. Esta costumbre de permanecer en bancos hace que, a veces, cuando capturamos uno, los otros lo sigan. Aquí es importante que el compañero esté bien reposado y con el equipo listo para intentar aprovechar la situación y hacerse con otro ejemplar.
Para la aproximación es importante leer su lenguaje corporal. Normalmente estaremos a su mismo nivel o profundidad, y en contadas ocasiones nos dejarán que nos aproximemos a ellos nadando directamente como si de otros pelágicos se tratara. En ocasiones es mejor parar y cambiar de rumbo, o simplemente dejarse caer suavemente e inmóvil para que ellos vengan a ti y se presenten para un buen tiro.
Para atraerlos hay diferentes métodos, normalmente iremos equipados con un “flasher” y, si eso no es suficiente, podemos pasar a otros recursos, como el brumeo desde superficie o dejar algún pez vivo a media agua, como un “Rainbow Runner”, que podemos atrapar con un fusil más pequeño. La gran resistencia de estos peces pasto hace que aguanten horas vivos en el agua si no les tocamos ninguna parte vital, así que es recomendable dispararles en la parte trasera del cuerpo si lo que queremos es tener un efecto de atracción largo y eficaz sobre los “doggies”. Algunas otras especies pueden funcionar como atractivos igualmente, como los “Green Jobfish”, peces del arrecife, o algún otro dientes de perro más pequeño.
Para hacerte con un gran ejemplar y no caer en una gran frustración, tendrás que aprovechar la experiencia y conocimientos sobre el terreno de tu guía.
Un buen tiro, aunque se presenta en raras ocasiones, es desde arriba, directo a la zona cerebral o espinal central. No obstante, la mayoría de las veces estaremos a su nivel e intentaremos que se nos presente de lado, perpendicular, allí esperaremos incluso un poco más, para así contar con un tiro en ángulo de unos 45º desde atrás, que atravesará más carne y aguantará mucho mejor las embestidas violentas. Si contamos con suficiente apnea y el pez se presenta bien para un tiro claro, es aconsejable intentar un tiro definitivo, el “stone shoot” o tiro mortal. De esta forma no habrá combate, ni carreras, ni ninguna complicación. No hay mayor satisfacción que dejar “seco” al instante un gran atún dientes de perro.
Peligros
Los enredos en las líneas. Hay que aprender, y rápido, a colocarse en el agua para no enredar tus líneas con la de los compañeros. Así estaremos listos en los momentos clave, y evitaremos que el equipo de uno se vaya con el del otro al tirar una pieza, o peor aún, que alguien se enrede con una “floatline” con un pez de 50 kilogramos tirando del extremo de ella.
Hay que asegurar todas las conexiones, no hay sitio para clips metálicos que puedan abrirse, o puntos de anclaje inadecuados. El montaje debe ser, de principio a fin, capaz de aguantar unas 500 libras en su punto más débil.
Los dientes de perro tienen la manía de compartir hábitat con los tiburones en la mayoría de las ocasiones, así que será normal encontrarse con escualos cuando estemos buceando en estas zonas. La actividad y comportamiento de los tiburones puede cambiar según el sitio y el momento, pero habrá situaciones en las que los tiburones de diferentes especies devorarán en cuestión de segundos peces de hasta 80Kg. Aquí reside la importancia de pelear rápidamente el pez, de defenderlo, o de simplemente realizar el tiro definitivo y dejar “seca” a tu pieza.
La sangre fría, la organización, el trabajo en equipo y el material son las claves para el éxito en esta pesca tan exigente, donde no hay lugar para el más mínimo fallo.
Los atunes dientes de perro cambian mucho su comportamiento dependiendo de la situación. Algunas veces podremos efectuar el tiro entre 10 y 15 metros alrededor del flasher mismo, y otras nos obligarán a ir un poco más profundo, entre los 20 y 35 metros o más. No hay que dejarse llevar por la adrenalina, vigilar la profundidad y tiempos de apnea, y así evitar accidentes.
La frustración en este tipo de pesca es muy común, y puede haber días en que tendrás muchas ocasiones a tu alcance e incluso así verás que las piezas no suben a bordo. Parece fácil en según qué situación, pero hay muchas cosas que pueden salir mal. Cuando uno aprende de sus errores se empiezan a obtener resultados y, como por arte de magia, acabas con esta pieza tan deseada en tus manos. No es por nada que los atunes dientes de perro son la obsesión y la pieza definitiva en el mundo de la pesca submarina.
Registros
El actual récord del mundo de atún dientes de perro está en manos de John Pengelly, registrado el 18 de septiembre de 2014 con un peso de 109Kg. Sin embargo, es solo cuestión de tiempo que este récord sea superado debido a los avances en los materiales y la cantidad creciente de pescadores submarinos que se están interesando en esta especie y las condiciones para su captura. Los encuentros con peces de más de 120kg empiezan a ser habituales y no tardará en subir a bordo un verdadero monstruo que pulverice este récord.
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