Inicio Participación Historia del murión, por Pejepeine

Historia del murión, por Pejepeine

José Landa Zapiráin, más conocido en Youtube como Pejepeine, nos explica su aventura de confinamiento haciéndose amigo de un murión o morena.

Tiempos de pandemia y confinamiento. Todos encerrados en casa y yo muy cabreado. Vivo en un pueblo en la costa (Gran Tarajal-Fuerteventura), que es un pueblo tranquilo, sin aglomeraciones, en una isla también tranquila con baja densidad de población.

Lo dicho, muy fácil mantener distancias entre las personas. No entiendo ese “pan para todos”; por qué no dejan salir a hacer algo de actividad al aire libre, en mi caso ir al agua que la tengo ahí al lado. Esto no es Madrid pero, en fin, es lo que nos tocó y hubo que aguantarse. El tener azotea alivió el confinamiento, no quiero pensar en esas familias viviendo en un piso pequeño y sin balcón. Mucho ánimo a todos ellos.

Paciencia, mucho paseo de azotea y por fin llegó el ansiado desconfinamiento y el permiso de poder practicar deportes al aire libre.

Gran sorpresa, la caza y pesca se caen de esas actividades permitidas al aire libre, para mí fue obvio que implementaron medidas ideológicas con la excusa del estado de alarma pues, sin embargo, sí permitieron ir al mar a bucear o en apnea.

Yo aproveché sin dudarlo ya que, además, tenía mucha curiosidad en ver esos fondos habituales tras esta obligada veda al recreativo (el profesional siguió pescando)

Pertrechado de mis camaritas fui al agua, a una de mis zonas habituales y próximas a mi hogar, llegando a unas piedras que suelo visitar en mi recorrido y me encontré el murión. En la Península se conoce como morena negra, morena lucia o morena sucia. Está claro que se salvó porque no se podía pescar, a mí me gusta mucho la morena frita y ese murión, tras todo ese tiempo de secano, doy por hecho que lo habría pescado y hubiese acabado frito en mi plato, pero no fue así. Me gustó encontrarlo y filmarlo. A los dos días, vuelta al agua en el mismo lugar y ahí seguía, nueva filmación y veo además que está acompañado por otro murión de menor tamaño en las mismas piedras. Este se le notaba más tímido e incluso agresivo si te arrimabas demasiado.

A los dos días, vuelta al agua en el mismo lugar, y ahí seguía.

Por fin, debido a las presiones recibidas, el Presidente cedió y se nos permitió volver a pescar. Volví a mis sitios habituales, volví a la zona del murión y allí seguían. Después de haberlo visitado anteriormente, ya los tomé como de la familia y ya no se me ocurrió pescarlos. Eso sí, siempre los visito.

Empecé dándoles de comer las vísceras de alguna captura. El murión grande enseguida tomó confianza y casi me comía de la mano. Yo, por si acaso se equivoca, no me tomo ese atrevimiento. Le acerco mucho la comida o se la doy con la punta del cuchillo. Tengo que ponérsela casi en la boca porque, si no, el resto de peces que pululan al menú gratis, se la arrebatan en un plis plas.

Ya han pasado unos cuantos meses desde el primer encuentro y ahí siguen en el mismo lugar, algunos compañeros también los conocen y por ahora me los respetan. Llegará el día en que alguien los pesque. “Ley de vida“.

Me comentan que los muriones son muy estables al lugar donde viven, que se conocen muriones viviendo años en la misma cueva. Yo me estoy enterando ahora, nunca he sido pescador de morenas hasta que por fin las probé fritas y, a partir de entonces, ya les hago mucho más caso y regularmente pesco alguna para mí.

Satisfacción gastronómica y la de mis amigos, pero es cierto que a partir de perdonar al murión mi relación con ellas ha cambiado notablemente y se me ha endurecido el gatillo, ya bastante duro de por sí. De hecho ya tengo otros dos muriones localizados y en fase de acercamiento, un buen menú no falla en estos casos.

En los vídeos he utilizado alguna captura exprofeso para darles de comer. Muchas veces, si no veo nada de mi interés, salgo sin disparar un tiro. En ese caso disparo a algún pez abundante y de nulo interés pescasub, para así darle de comer y conseguir alguna toma de vídeo.

Comentar, para mi sorpresa, que apenas noté el efecto de la veda en mis aguas habituales. Algún pulpo demasiado fácil de localizar y poco más tras dos meses sin acudir a pescar. Es obvio que la pobreza de nuestros mares tiene otras causas y otros culpables.