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Lubina a la espera (II)

Una vez comprendido cómo realizar esperas en la pesca submarina para lograr éxito en la caza de la ansiada lubina, vamos a ver algunos ejemplos para llevar a la práctica esa teoría.

Artículo publicado originalmente en el nº 136 de la Revista Pesca Submarina & Apnea

Como ya explicamos en el artículo anterior, la pesca de la lubina a la espera es una pesca que requiere una cuidada técnica . En la segunda parte del reportaje os damos algunos consejos extras para conseguir la preciada captura.

La proximidad de las lubinas: algunos ejemplos

Desde superficie

Hay ciertos casos, en los que podemos capturar lubinas desde la superficie, inmovilizándonos simplemente por encima de campos de algas que flotan o yendo a lo largo de las paredes de rocas emergentes. En el Atlántico, sobre fondos más importantes, en el momento de la ventilación, pasa que los róbalos suben despacio desde el fondo y justo bajo el pescador, atraídos por su silueta. Es uno los espectáculos más bellos que pueda ver un pescador submarino. Si alguna vez os sucede algo así hay varias maneras de proceder:

  • Tener paciencia para dejar subir bien los peces, y realizar un tiro desde la superficie; podemos realizar a veces así varias capturas sucesivas en el mismo banco.
  • Si nos olemos que los róbalos no van a quedarse mucho tiempo en las cercanías, podemos ponerlos al alcance de tiro con una caída, eventualmente seguida por un espera a medias aguas. Es entonces preferible no descender a la altura ni por debajo del banco, ni atravesarlo: tan pronto como identifiquen al pescador, los róbalos no tardan en deslizarse fuera de nuestro alcance. Atención, en el Mediterráneo, la espera en agua plena en un banco de lubinas no es una opción común como en el Atlántico.
Pesca submarina lubina
Las lubinas suelen estar acompañadas de otras especies como las doradas o las lisas, que ofrecen un poco de variedad al menú.

En el momento de la espera

Si las lubinas están presentes desde su llegada al fondo, o bien sacamos provecho incluso sin llegar a posarnos sobre el fondo o bien realizamos una rápida espera como teníamos previsto. Sabiendo que hoy, las lubinas que nos vieron desde el principio de la espera no se quedan forzosamente mucho tiempo cerca. Si dejáis pasar la oportunidad, es posible que no veáis más a estos peces el resto de la espera. Es un riesgo a correr, una especie de “doble o nada”, ya que la paciencia puede ser recompensada por la llegada posterior de peces más grandes, tranquilos por la ausencia aparente de peligro.

¿Por qué se acerca una lubina a un pescador en el espera?
Dos hipótesis: la primera es que el pescador, aunque discreto, es a menudo percibido por los robalos; se acercarán para ver si no se trata de una oportunidad alimentaria para ellos. ¡El segundo es que esta presencia inhabitual puede ser percibida como la de un competidor, incluso de un invasor que hay que echar de su territorio!
Por fin, hay unos casos – más bien específicos – donde el pescador consigue enviarse discretamente a espaldas del pez(pescado) que no le descubrió. Cuando el pez se presenta por fin, esto no es porque se acerca al pescador: ¡en realidad, toma un trayecto qué le es habitual y que habría realizado de cualquier modo! Entonces pasará muy cerca sin prestarle la menor atención.”

Cada vez más prudentes

Si hoy la lubina continúa respondiendo a la espera, es con una prudencia creciente. Esto se traduce por una duración media de espera entre la llegada en el fondo del pescador y la aproximación de los peces que tiende a aumentar (suele suceder que róbalos vienen a ver al pescador apenas colocado en su sitio). El róbalo Atlántico sabe también utilizar lo mejor posible el relieve para cubrir su aproximación: lejos de pasar muy visible en aguas libres, se desliza entre la laminaria donde es mucho más difícil de ver y de disparar. Durante la fase de espera, hay que poner atención a diferentes signos que pueden permitir anticipar la llegada de un róbalo. Puede tratarse de una evolución en el comportamiento primero tranquilo y luego huidizo de los pequeños peces “forraje” o el paso de peces a menudo precursores o acompañantes de los róbalos como las lisas.

Los ruidos hechos por los peces también son un indicio importante, sobre todo en el agua fangosa: ¡si escuchamos róbalos (con la costumbre, distinguimos bien sus ruidos de los de otras especies como las lisas y las doradas) en el momento de la bajada o al llegar al fondo, es señal que estamos en el ajo! Tenemos posibilidades excelentes de ver peces en los instantes que siguen.

Si escuchamos las lubinas durante el descenso, ¡es señal de que estamos en el ajo!

Ascenso

Aunque hayamos estado con una inmovilidad absoluta en el momento de la espera, antes de dejar el puesto, debemos revisar los fondos de alrededor. Es posible que una lubina se haya acercado por la espalda, o que unos ejemplares se muevan despacio en límite de visibilidad. Un error que jamás hay que cometer: prolongar una apnea más allá de lo que estaba previsto inicialmente y más allá de nuestras capacidades porque un pez aparece al final de la espera. Esta actitud es peligrosa, y raramente fructuosa: el tiro precipitado suele fallarse la mayoría de las veces. Aunque aparezca un buen ejemplar, hay que tener la disciplina de subir mientras que todavía estemos en una zona de seguridad; ninguna captura vale el riesgo que podemos correr.

Otro caso raro, y más bien reservado para los pescadores del Atlántico: el encuentro con róbalos en el ascenso. Si no tenéis margen suficiente en la apnea, mejor vale allí también dejar pasar la oportunidad primeramente, para abordar estos peces en mejores condiciones en la apnea siguiente. Si – y solamente si – tenéis todavía bastante margen de maniobra en la apnea, una estabilización de algunos segundos para una espera de agua plena puede ponerlo al alcance de tiro.

Pesca submarina lubina
La llamada ha sido respondida, y la lubina asoma su nariz… ¡Te toca jugar!

Conclusión

La pesca submarina de la lubina a la espera es, para el pescador, una fuente inagotable de bellos peces, de magníficas imágenes, pero también de lo inesperado. Sin hablar de la satisfacción inmensa que se puede sentir cuando se consigue hacer que un pez se nos acerque hasta capturarlo. Entonces, busca las buenas zonas, cuida todos los detalles… ¡Y, sobre todo, disfruta!